La balanza de pagos: Desafíos del balance externo

La salud de la dolarización depende tanto del flujo neto de divisas al país como del mecanismo que alimenta la liquidez del sistema. La pérdida constante de reservas internacionales ha generado un deterioro de la balanza de pagos (BdP). Desde el 2015 se financia fundamentalmente vía flujos de deuda del Gobierno central. Para 2020, el FMI prevé una caída de 17,6% aproximadamente en la nueva versión de la balanza de pagos. La estabilidad del sistema monetario depende de que la fuente de divisas no comprometa una salida futura de recursos, o de que permita suavizar esta salida en el tiempo.
La pandemia trajo algunas transformaciones que se deben aprovechar en la dinámica de generación de divisas, particularmente desde el punto de vista de la cuenta corriente. El sector de exportaciones tradicionales que conforman la balanza comercial mantiene desde febrero de 2020 niveles superavitarios no observados en todo el período de análisis.
El Gobierno promovió la conformación de múltiples acuerdos comerciales que presionan la competencia de nuestros productos en los mercados internacionales. Además de la renovación del SGP con EE. UU., que es en sí misma una decisión unilateral de nuestro principal socio comercial. Otros acuerdos son muy relevantes en términos de nuestro balance externo. Es el caso del acuerdo con la Unión Europea, y la promoción de los acuerdos con Chile y México para el ingreso a la Alianza del Pacífico. Muchos de estos procesos han tenido que ser repriorizados luego de la pandemia. Sin embargo, el Gobierno deberá afianzar estas relaciones comerciales si busca consolidar la dinámica favorable de nuestros productos no petroleros en 2020.