Sostenibilidad fiscal y su rol en dolarización

La dolarización no impone restricciones fiscales. Sin embargo, a administración de déficits fiscales permanentes del Sector Público No Financiero genera presiones en el sistema monetario por dos vías. Una vía la necesidad de financiamiento externo, que hoy explica el saldo global de la balanza de pagos. Otra vía es la necesidad de financiamiento interno, en donde el crédito público —a través de la expansión del balance del Banco Central (flexibilización cuantitativa)— presiona la cobertura de las reservas internacionales (RI). El RI son recursos que aseguran el cumplimiento de las transacciones internacionales de los agentes locales públicos y privados para asegurar la sostenibilidad fiscal.
El ajuste fiscal se ejecutó primordialmente por el lado de la inversión pública. Según el art. 286 de la Constitución, los egresos permanentes se financian con ingresos permanentes (ingresos tributarios) porque solo de manera excepcional pueden financiarse con ingresos no permanentes (ingresos petroleros). Además, el saldo entre ambas categorías da cuenta de las dificultades del ajuste del gasto corriente, un gasto que sigue una dinámica de crecimiento inercial, y cuyo proceso de consolidación fiscal se truncó con la pandemia.
Los avances en el proceso de ajuste fiscal promovidos por el actual Gobierno, a pesar de su visión, fueron débiles en la implementación. El mayor reto económico y político del Gobierno es reducir las necesidades de financiamiento y generar confianza para la sostenibilidad de la dolarización. Este proceso involucra, al menos, tres medidas: mejorar ingresos fiscales a través de una reforma tributaria; continuar con procesos de optimización del gasto público y reducción del gasto corriente; y generar condiciones institucionales que reduzcan el riesgo de inversión, atraigan capitales y contribuyan a reabrir los mercados de deuda soberana con tasas competitivas.